Los jabalíes tienen un olfato muy fino y tan solo podemos verlos en los puntos donde están acostumbrados al hombre y lo familiarizan con comida. Son muchos los años que he intentado fototrampearlos y nunca con suerte ya que los más salvajes cuando detectan el olor del hombre son capaces de dejar de pasar por sus rutas naturales hasta que desaparezca el olor por completo, pero estos nunca fallan a la visita del lugar donde se encontraron por sorpresa con la precisión de un reloj suizo.
Por la tarde visitan la zona 8 jabalíes no muy confiados pero si amigables a los cuales nunca he alimentado, y las mañanas es el turno de las madres con sus crías. Esta misma mañana, aprovechando la fiesta de la Mercè, he decidido hacer una visita al lugar y ha sido entonces cuando me he visto sorprendido por una «mama» de carácter protector muy acentuado la cual me ha obligado a saltar sobre un pedrusco para mandarme el claro mensaje de que no me dejaría acercarme a sus crías, ha sido más ruido que cualquier otra cosa pero una directa muy directa, en ese momento me he acordado de todas las historias que he escuchado referentes a algunos sustos que han tenido fotógrafos amigos con estos cerdos salvajes…
y he preferido mantenerme al margen… dicen que más vale prevenir que curar.